Nuestros tres hitos en Dubrovnik son: el paseo al atardecer por la muralla, una cervecita en el Bard Mala Buza y, si es posible, una cena en la terraza del Gradska Kavana Arsenal frente al puerto viejo
Y, estabamos en la recta final de nuestro viaje. Tres dias en Dubrovnik y nos volviamos a España. Lo primero que nos sorprendió fue nuestro alojamiento, ya que Dubrovnik es bastante más caro que el resto de Croacia y, por ello, elegimos una residencia de estudiantes para alojarnos. Las monjas que lo regentan alquilan habitaciones durante las vacaciones de verano y lo tienen precioso y súper bien cuidado, si venís en familia es un muy buen sitio. Hostel Villa Gloriet, aquí va el enlace y también una foto que hicimos nosotros en agosto de 2018.

Una vez instalados fuimos a callejear por el centro histórico, dentro de la muralla, es totalmente peatonal y uno de los lugares más fotogénicos que hemos visto. El problema, como siempre, es el mes de agosto en el que está lleno, llenisímo… tanto que a veces no puedes andar (no exagero). Y, entre el gentío vimos una puerta desde la cual se escuchaba música y recordamos que en Nómadas, el programa viajero de RNE, habiamos oido que por una puertecita que cruza la muralla se llega a unos de los mejores bares de Dubrovnik y allá que fuimos. El sitio se llama Bard Mala Buza y es impresionante, caro, carísimo… pero bien vale la pena pagar la coca-cola o cervecita y ver atardecer en un lugar tan bello. Durante el día la gente se baña tirandose desde las terracitas que veis en la imagen.

Para cenar optamos por comprarnos los famosos cevapi croatas (en Croacia lo pronuncian chepavi), la mayoría de la gente se los toma caminando por la calle y hay bastantes puestos. Yo los definiría como perritos calientes croatas y, hay que decir que, están muy buenos.
Y para el día siguiente, tomamos la decisión de madrugar, una decisión muy buena, por cierto. Sobre las 7:30h estabamos paseando por un Dubrovnik totalmente diferente al del día anterior, sin gente y con una luz espectacular. Entramos, a la ciudad amurallada, por la famosa puerta de Pile y recorrimos la calle Stradum (calle prinicipal) deteniendonos en cada uno de los encantadores y fotogénicos rincones de Dubrovnik. Para más información os dejo un enlace a la página oficial de Turísmo de Croacia.

Juzgar por vosotros mismos las fotos que os dejamos, creo que por esta vez sobran las palabras. No en vano es Patrimonio de la Humanidad desde 1979, aunque hay que decir que de nada le sirvio esta protección ya que, durante la guerra de la independencia Croata en 1991, la ciudad amurallada fue duramente bombardeada.




Y, nuestro próximo objetivo era subir al monte Srd para ver la ciudad y alrededores desde uno de sus principales miradores. Hay tres opciones para llegar al monte Srd: caminando, en teleférico y coche. Nosotros subimos en coche, pero quizá es mejor opción subir en teleférico porque suben bastantes cohes y el camino se hace complicado en algún tramo. Aún así, si decidís subir en coche, podéis hacerlo y, no hay problema para aparcar.
Esta es la vista que encontráis una vez alcanzada la meta. En la imagen se aprecia el teleférico y, también, la isla de Lokrum que visitariamos el día siguiente.

Además de las vistas tan ideales, el monte Srd nos ofrece la posibilidad de hacer otra de nuestras clases de historia en vivo. Aquí arriba se encuentra el museo de la guerra de la independencia de Croacia y merece la pena la visita porque te vas con una idea muy completa de la história reciente de Dubrovnik, el museo se centra en los bombardeos de la ciudad y cuenta los hechos obviamente desde el punto de vista Croata. Es alucinante ver las fotos de los incendios, los bombardeos, cómo quedó la ciudad… y comparrla con las vistas actuales, 27 años después.
En la cima del monte Srd no hay bares ni restaurantes así que emprendimos la marcha hacia Dubrovnik y nos dirigimos hacia la famosa playa de Banje. Una playa urbana a tan solo dos minutos de la muralla, andando desde el puerto viejo. Y nos quedamos hasta el anochecer.

Y llegó nuestro último día en el que teniamos previsto visitar la cercana isla de Lokrum. A las 9:00h de la mañana, desde el puerto viejo, comienzan a partir los barcos hacia la isla y en agosto sale uno cada 30 minutos. No tendréis nigún problema, en diez minutos se llega y la islita que tiene solo 2 km se recorre a pie perfectamente, además el camino se hace muy ameno, sobretodo si vais con niños, porque hay muchos conejos y pavos reales sueltos caminando libres por la isla y, como no deben tener depredadores, no tienen ningún miedo de las personas.

Lo más interesante de la isla es el monasterio Benedictino, el lago salado y las magnificas y buceables playas de la isla, ideales para pasar una mañana o una tarde. Para comer hay un solo restaurante, aunque nosotros no comimos allí ya que en 10 minutos estás en Dubrovnik donde hay para elegir restaurantes o bares de todos los precios y gustos.

Y por la tarde nos quedaba por recorrer la muralla de Dubrovnik, una de las visitas más interesantes para ver esta encantadora ciudad. Y otra cosa, además se puede parar en uno de sus muchos bares a tomar algo viendo un atardecer impresionante. Por ese motivo os aconsejamos recorrerla por la tarde, a última hora hace menos calor y si, como a nosotros os gustan los atardeceres, disfrutaréis de uno espectacular.

Y nuestra cena de despedida, tanto de Dubrovnik como de Croacia fue en Gradska Kavana Arsenal, está en el puerto viejo y tiene dos terrazas: una justo debajo de los tres arcos de piedra frente al puerto, y la otra en la parte de detrás más o menos frente a la iglesia de San Blas. En el enlace podéis ver la web, menús, precios y sobretodo el lugar que es súper romántico.

Y con esta cenita de “solo” padres, pusimos punto y final a nuetra expedición por tierras croatas.


