Ideales para perder el miedo a bucear
Hay tantas calas en Cerdeña como podáis imaginar, las hay de arena, de roca, con gente, sin gente, con chiringuito, sin chiringuito, con alquiler de hamacas, señalizadas o sin señalizar… pero todas con un denominador común, su color… son aguas color esmeralda, las aguas más transparentes que hemos visto hasta el momento.
De ahí que hasta el más pequeño de nuestros viajeros perdió su miedo a bucear, porque no da ninguna sensación de agobio, ya que a lo lejos ves tan claro como si no estuvieses bajo el agua.
Nosotros estuvimos en cuatro calas, cada una con su personalidad, todas de roca y sin servicios… nos gusta eso de sentirnos un poco integrados en la naturaleza. Ni hamacas, ni salvavidas, ni sombrillas… un poco arriesgado, si lo piensas bien, pero imagino que hace sesenta años todas las playas serian así y las familias ya las disfrutaban.
Así que si os gusta un poquito el riesgo, porque yendo con niños no deja de ser un riesgo, aquí tenéis cuatro calas color esmeralda en la que os podréis sentir como Robison Crusoe.
Cala Spinosa.
Para nosotros fue la mejor, pero también de todas las que visitamos fue la más concurrida, y eso que el acceso ni está señalizado ni es fácil.

Está en Santa Teresa de Gallura, concretamente en la zona de Capo Testa, llegando al faro hay un restaurante que se llama “Sea Lounge Club Cala Spinosa” y esa es la única referencia que encontraréis, hay una escalera para bajar al restaurante y justo pegado a esa escalera hay un descenso en picado hasta la Cala Spinosa, nada recomendable para bajar en chanclas ni con un niño de cinco años, pero nosotros lo hicimos, así que lo puede hacer cualquiera. Y valió la pena, vaya si valió la pena… es preciosa con la isla de Córcega al fondo y sus múltiples rocas en las cuales las personas se bronceaban ya que no hay mucha arena.

Aun así encontramos un hueco donde sobre las 14:30h comenzó a proyectar la sombra y comimos sin el bochorno del sol de agosto. Pero lo mejor con diferencia fue bucear, buceamos mucho rato, de una playa a otra, hay dos playas pequeñas cada una con un poquito de arena, buceamos hacia las rocas donde habían unas piscinas naturales, hacia Córcega, hacia cualquier lado… fue impresionante.
La verdad es que en cualquier mar del mediterráneo hay más peces o de más colores, pero en Cerdeña nos llamó la atención la transparencia del agua y encontrar piscinas naturales, o una playita escondida o, tal vez, una piedra con saliente desde la cual saltar.
Cala Brigantina.
La Cala Brigantina está en el archipiélago de la Maddalena, este archipiélago se compone de siete islas mayores y 62 islotes, de las cuales la mayor y única habitada es la Maddalena.
Para llegar a la isla de la Maddalena hay dos opciones, tomar un ferry desde Palau, Porto Rafael o Santa Teresa de Gallura en el cual puedes llevar tu coche, o alquilar una embarcación ya sea privada o compartida con otros viajeros para recorrer las islas desde el mar.
Si os decidís, como nosotros a ir en coche, podréis recorrer dos: la Maddalena y la Isla Caprera ya que están unidas por un puente y se puede pasar en coche, el resto de islas son accesibles únicamente por mar.
Decidimos ir hasta Caprera porque nos atraía eso de visitar una isla deshabitada, y tirando de Google maps porque no hay señalización ninguna, llegamos hasta las ruinas de Poggiu Rasu y localizamos el sendero que baja hasta la cala. Son unos veinte minutos y el camino está totalmente roto y lleno de piedras pero tiene vegetación y alguna zona de sombra, la caminata vale la pena… nosotros bajamos en chanclas pero la recomendación es hacerlo con botas o al menos zapatillas deportivas. A mitad camino se empieza a ver la cala a lo lejos y comienzas a recordar escenas de la película el “Lago azul”, la bajada es toda una aventura y despierta la imaginación pero cuando llegas encuentras justo lo que esperabas, una cala paradisiaca.

Habría unas 20 personas, y eso que estábamos en pleno mes de agosto, y la sensación era de haber descubierto tu propio rincón, de haber encontrado tu lugar en el mundo. Comimos bajo la sombra de un árbol y al minuto estábamos dentro del agua con los escarpines y las gafas puestas.
Eso sí, habían medusas, unas medusillas pequeñas y blancas que incluso nos rozaron pero con un poco de agua dulce se solucionó. A cambio vimos bandadas de peces que nadaban juntos formando una gran mancha y disfrutamos de la naturaleza en su más puro estado.
Después de comer volvimos a por el coche y fuimos hacia el sur de la isla, hay bastantes puntos en los que los caminos se acercan a las calitas, en uno de ellos volvimos a parar, esta vez con toda comodidad para darnos el último baño.
Cala dei Ginepri
A diferencia de las otras calas que visitamos en la costa Esmeralda, la cala dei Ginepri, está bien señalizada y tiene todos los servicios: parking, hamacas, chiringuito, aseos… sin embargo, no estaba muy llena.

Así que, sin buscarlo, encontramos una playa paradisiaca con todas las comodidades. Se encuentra a unos 5 km de Baja Sardinia, la carretera de bajada es muy empinada y al final hay un parking de pago, desde allí tardas un minuto en llegar a la preciosa calita escondida en un bosque de enebros y pinos, el mar como siempre esmeralda y precioso, destacar que había mucha posidonia y, por tanto, una gran concentración de pececillos desde la misma orilla.
También muchas rocas para delicia de los más jóvenes que disfrutaban lanzándose al agua, aunque pueda parecer peligroso, el agua es tan absolutamente transparente que se puede ver perfectamente el fondo desde lo alto de las rocas.

El chiringuito de cala Dei Ginepri se llama Nikky Beach y aunque nosotros comimos debajo de un pino en la misma playa, se veía a la gente disfrutar de platos muy elaborados, quizá la próxima vez lleguemos a tiempo de comer o cenar porque debe ser precioso ver una puesta de sol desde ese lugar.
Porto Quadro
La playa de Poltu Cuadro, llamada Porto Quadro, está en Santa Teresa de Gallura en dirección a Palau, está bien señalizada pero para orientarse bien hay que ir hacia Punta Falcone y una vez llegas allí puedes ir hacia la izquierda o a la derecha. A la derecha hay una playa con todos los servicios pero nosotros decidimos ir a la izquierda porque vimos unas calitas de roca, sin servicios, mucho más vacías y con recodos que forman sombras, donde se puede comer tranquilamente.


El fondo de la cala es muy rocoso, vimos un pulpo al cual acompañamos durante un rato mientras se escondía y salía de las rocas, todo un espectáculo sobre todo para el más pequeño que abría unos ojos como platos con sus gafas de bucear. De nuevo destacar la transparencia de las aguas, en esta concretamente no hay mucha profundidad ni posidonia con lo cual la visión es de largo alcance, como podéis comprobar en la panorámica.
Sinceramente Cerdeña es un paraíso para los amantes del snorkel, por la temperatura, por la transparencia del agua y por la gran cantidad de calitas que hay para practicarlo. Ha sido un verdadero sueño poder disfrutar del mar mediterráneo desde este lado.


